La ansiedad climática hace referencia a
la preocupación, la frustración, el dolor e incluso la ira asociados
a la realidad de la crisis climática y al constante fracaso de los
gobiernos a la hora de actuar con la urgencia que requiere.
La gente se siente traicionada por sus
líderes y está asustada por el futuro. Estos son sentimientos
incómodos y difíciles pero son una respuesta perfectamente normal y
saludable frente a la destrucción del mundo natural y a la inacción
política.
No es cuestión de “arreglar” o
“solucionar” nuestra ansiedad, sino de aprender a vivir con ella.
Para cada uno de nosotros, se trata de reconocer esos sentimientos y
respetarlos para, de esta forma, poder comprometernos con la
resolución de la crisis y pedir cuentas a nuestros líderes sin caer
en la desesperación o en la negación.
A menudo, nuestra sensación de ansiedad
proviene de un profundo y genuino amor por la naturaleza y el
planeta. ¿Cómo no sentirnos ansiosos? Nuestros sentimientos no son
el problema; la realidad de la crisis, junto con el fracaso
político, lo son.