Los
movimientos sísmicos, erupciones
volcánicas y otras explosiones submarinas (incluidas
detonaciones, deslizamientos de tierra, desprendimientos de
glaciares, impactos de meteoritos y otras perturbaciones) por encima
o por debajo del agua tienen el potencial de generar un tsunami. A
diferencia de las olas oceánicas normales, que son generadas por el
viento, o las mareas, que son generadas por la atracción
gravitacional de la Luna y el Sol, un tsunami se genera por el
desplazamiento del agua. Las olas de los tsunamis no se parecen a
las corrientes submarinas normales ni a las olas del mar porque su
longitud de onda es mucho más larga.